CONFIANZA
Vs.42.- “Y daré por respuesta a mi avergonzador, que en tu palabra he confiado”
“Así podré responder a quien me ofenda, porque he confiado en tu palabra”
Hemos hablado de las PROMESAS, y que estas son los dichos de Dios (Palabra de Dios).
Recordemos que el Salmos 119 es una exaltación a la Palabra de Dios, pues casi todos sus versos y sus 22 estrofas que son de 8 versículos c/u engrandecen el valor de la Palabra de Dios.
La virtud y actitud que sigue a las PROMESAS es CONFIANZA, y exactamente el salmista engrandece las promesas de Dios haciéndole ver al enemigo su averganzador, que Dios ha dado respuesta a su confianza basada en esas promesas divinas.
Recuerdan el Sal.42:3,10 cuando dice que sus enemigos los impíos oh malignos se mofan de el en sus momentos difíciles, y el lloraba angustiado en su dolor, y ellos le decían: ¿Dónde está tu Dios? El salmista no dudó, no cambió su fe oh confianza en Dios, por el placer de no sufrir por su fe en Dios, sino al contrario.
El sufrimiento para el salmista tenía muchas razones, y entre ellas estaba la marca de su confianza en Dios. Las burlas oh las mofas no tenían comparación con las recompensas de su confianza en su Dios.
Aquí también vemos que sus experiencias del pasado (vs.4) eran su fortaleza en los momentos de angustia. En vez de alejarse en su grave dolor prefirió apegarse a su Dios con desesperación y gemir profundo. Vs.1-3.
No recurrió al hombre ni a fórmulas mágicas, aunque abatido y turbado dijo: “Oh alma mía porque te turbas y te abates dentro de mí – Espera en Dios porque aun he de alabarle, salvación mía y Dios mío” vs.5
Al enemigo y nuestros enemigos hay que responderles no con agresiones u ofensas, sino con actos de amor y testimonio de valentía, perseverancia y confianza, que son el resultado de nuestra fe en Dios a través de su Palabra.
Así lo expresa este verso del Sal.119:42 cuando dice: “Y daré por respuesta a mi avergonzado, que en tu palabra he confiado”.
2Tí.1:7,8 dice: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio - Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios.
1Pd.3:14,15 dice: Más también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurado sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis - sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.
La confianza no es algo mágico, la confianza es algo que se desarrolla oh crecer conforme a la relación del uno para con el otro, en este caso entre Dios y nosotros.
La confianza no es una cuestión de palabras, más bien es un hecho de actitudes concretas y responsables.
Son estos deberes, compromisos y responsabilidades cumplidas que engrandecen nuestra confianza.
Cuan responsable eres a tus compromisos y deberes para con Dios, cuán grande será tu confianza = Fe.
Del mismo modo a tus efectivas responsabilidades y compromisos o deberes, Dios te confiará más grande encomienda (Ministerio, etc.).
Si tu confías en Dios fácilmente puedes verte como en un espejo frente a la Palabra de Dios.
Stg.1:22-25 dice: Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos - Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural - Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era - Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
La Palabra de Dios nos confronta y juzgará. Ella nos hace ver nuestras responsabilidades e irresponsabilidades.
Jn.12:47,48 dice: Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo - El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.
La respuesta a nuestros enemigos, incrédulos y burladores de nuestra fe, está basada en nuestra confianza en los dichos de Dios (Palabra de Dios).
Nuestra salvación responderá a nuestros observadores, no simplemente con palabras teóricas, sino con el testimonio de acciones que fluyan del principio divino, la Palabra de Dios.
Así debemos responder a quienes nos ofenden y nos quieren avergonzar.
Entonces ellos verán que la Palabra de Dios oh dichos de Dios son verdad, y a la vez nos miraran como hombres y mujeres de verdad, que hacemos vida de la Palabra de Dios y confiamos en ella.
Amén.
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