DIOS ANTE TODO
Todo el universo es un sistema organizado, y quien da origen a todo este orden de cosas es Dios.
La Biblia dice que Dios no es un Dios de confusión (1Co.14:33), y que todo se debe hacer decentemente y con orden (1Co.14:40).
(Decente = Honesto, justo, digno, de buena reputación, con limpieza y aseo).
La misma Biblia enseña que el mayor de los mandamientos es, exactamente que Dios tome el primer lugar en nuestra vida, esto significa que él es lo más importante.
“Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabia que les había respondido bien, le preguntó ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? – Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es – Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamientos (Mr.12:28-30).
Y de la misma manera menciona el segundo mandamiento diciendo que es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos”. (Mr.12:31).
Hecho que es la conclusión de los diez mandamientos de la ley dada a Moisés (Ex.20:1-17). Los cuatro primeros son de adoración plena, y los seis posteriores son el resultado de esa adoración expresados en amor al prójimo).
Lamentablemente aquí no funciona el orden de los factores no altera el producto. Aquí el orden debe ser estrictamente ejecutado en su debido lugar: Con el espíritu, el alma y el cuerpo (Corazón=vida=espíritu.Alma=mente, etc.Fuerzas = Cuerpo, etc).
Dios debe tomar el control de nuestro espíritu, alma y nuestras fuerzas (cuerpo). El debe ser nuestra adoración (Sal.66:4,86:9, Dt.6:13, Mt.4:10, Jn.4:24), nuestro pensamiento (Is.26:3) y nuestra fuerza (2S.22:33, Nh.8:10, Sal.92:10, Is.40:29, 31, Ef.6:10,2TI.4:17). Solo así puede ser el primero. “Oh Dios ante todo”.
Cuando se pierde el orden correcto enseñado por Dios, el hombre entra en confusión y la verdad es resquebrajada, y la religión pierde su valor.
Así pasó con los escribas (intérpretes de la ley) y los fariseos (sexta que creía en la inmortalidad del alma y en la resurrección), a quienes Jesús les llama la atención duramente diciendo:
“¡Hay de vosotros, guías ciegos! Que decis: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo es deudor – ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cual es mayor, el oro, o el templo que santifica el oro? – También decis: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre el, es deudor – ¡Necios y ciegos! Porque ¿cual es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? – Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él – y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita – y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él” .Mt.23:16-22. No antes ya les había dicho otros asuntos (Mt.23:1-15).
Pero aquí aplicamos una enseñanza necesaria, para no perder la primacía de Dios en nuestro corazón y caer en el error farisaico. Y damos a conocer que Dios es mayor que: El oro (riquezas) y el templo (casa de adoración). Que el altar (lugar de consagración) y la ofrenda (generosidad). Que el cielo (morada de Dios) y su trono (símbolo de autoridad).
Así que nuestro compromiso en el reino, no está sujeto a objetos o cosas; sino a Dios, que es el Señor del cielo, del templo, y todo lo que allí existe para su servicio y adoración. Significando esto también respeto y consideración a los medios o cosas útiles.
Talvez es bueno explicar el verso 23 del cáp.23. “¡Hay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: La justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”.
Lo que Jesús estaba diciendo, es que nuestra prioridad debe ser la justicia, la misericordia y la fe autentica; por ello enfatiza: Esto deben hacer (La justicia, la misericordia y vivir por fe); pero también dice sin dejar de hacer aquello (el diezmo). En conclusión: Hay que vivir la integridad de la Palabra de Dios en la integridad de nuestro ser.
Jesús en otra oportunidad reprende a los perfeccionistas que andan de condena en condena. Y en esta vez porque los discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar espigas para comer (Mt.12:1,2).
Sin embargo, Jesús les hace recordar una historia verídica escrita en la santa Biblia, y les dice: “¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre – como entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era licito ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?¿Oh no habéis leído en la ley, como en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan (violan) el día de reposo, y son sin culpa?”Mt.12:3-5. Hecho que podemos comprobarlo en 1S.21:6 (David) Ex.25:30, Lv.24:5, 9, Nm.28:9,10 (Sacerdotes).
Y de inmediato les dice: “Pues os digo que uno mayor (oh más grande) que el templo está aquí – Y si supieseis que significa misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes – porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo” Mt.12:6-8.
Aquí encontramos caer un rito de tradición que a través del tiempo perdió su objetivo o pureza.
Para los judíos guardar el día sábado, era una de las observancias más sagradas de sus metas religiosas.
Pero Jesús apoya la conducta de sus discípulos, apelando al ejemplo de David (1S.21:1-6), lo cual demuestra que las regulaciones normales del sábado deben de subordinarse a las necesidades humanas.
Las necesidades humanas tienen preeminencia sobre una estricta interpretación de la ley, que pierde de vista su verdadera intención.
Jesús es mayor que todo, más que el día sábado, más que Jonás (profeta, predicador) (Mtr.12:41), más que Salomón (gobierno, sabio) (Mt.12:42). El es Dios, y por ende aplicamos a redundar diciendo que él es más que el cielo, el templo y todo lo que allí existe para su servicio y adoración.
Una vez más digo: Esto implica respeto y consideración de los medios u cosas útiles y consagradas para las ceremonias divinas, también implica al mismo hombre consagrado en el servicio sacerdotal del templo (aquí envuelve a todos los que sirven).
El apóstol Pablo en Col.2:20-23 dice: “Puesto que ustedes murieron con Cristo y fueron librados de los poderes espirituales del mundo,¿Por qué todavía siguen reglas como:- No coman esto, no prueben esto otro, no toquen aquello – esas reglas hablan de lo que se acaba con el uso y no son mandamientos de Dios sino reglas y enseñanzas humanas – parecen ser sabias porque requieren que la gente practique una intensa devoción, que se niegue así misma y que castigue severamente el cuerpo, pero no ayudan a controlar los deseos perversos de nuestra naturaleza carnal”.(V.La Palabra de Dios para todos).
Esto nos habla paradójicamente del poder de las reglas humanas y el poder de Dios a través de la libertad de su Espíritu.
Las reglas podrían tener cierto grado de servicio, pero no tienen poder para cambiar la maldad y el corazón del hombre, mucho más para triunfar sobre el pecado.
Necesitamos el poder de Dios, santificado en la palabra de Verdad, y dirigidos por el Espíritu Santo, actuando de manera sumisa, y adorando de manera concreta y eficaz, que es lo que la Palabra de Dios nos enseña.
Esto debe ser nuestro proceder permanentemente: “Si, pues, habeis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios – Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra – Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios – Cuando Cristo, vuestra vida se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” Col.3:1-4.
Entonces hoy hemos escuchado un avance para nuestro entendimiento y poner en nuestro corazón a Dios ante todo, y esto sin olvidar el respeto a los enseres o medios necesarios para su adoración.
Amén.
Dios les bendiga
Jorsaaleza.
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