lunes, 18 de mayo de 2020

3ª PARTE PROPOSISIÓN Y COMPROMISO PARA VIVIR EN LA VERDADERA JUSTICIA


3ª PARTE
PROPOSISIÓN Y COMPROMISO PARA VIVIR EN LA VERDADERA JUSTICIA
Sal.119:38-40
Vs.38. “Confirma tu palabra a tu siervo que te teme” (Cumple la promesa que le hiciste a tu siervo, la que haces a los que te respetan).
1.  Aquí no hay una proposición. Simplemente hay un derecho que está condicionado al respeto oh temor de Dios. (Esto es un principio para ser sabio.Pr.1:7).
Dios es un Dios de promesas, pero más que promesas son dadivas reales que varían en tiempo.
Por ejemplo:
Después de la caída al pecado (desobediencia) de la raza humana. Proféticamente Dios hace una promesa restauradora a la humanidad.
Gn.3:5. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
A menudo se cita este verso 15 como la primera profecía mesiánica del A.T. Cumplida aproximadamente 4000 años después.
En Is.7:14. Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Esto se cumplió 700 años después se cumplió.
A Abraham, Dios le hizo una promesa de darle un hijo cuando tenía 75 años Gn.15:4 y esta se cumplió cuando tuvo 100 años Gn.25:1.
Así sucesivamente las promesas varían en el tiempo de su cumplimiento.
Dios nunca falló a una promesa, ni fallará a quien se la haga.
Jos.23:14 dice: Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas.
Jos.21:45. No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió.
He.10:23. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
1Ts.5:24. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.
La experiencia histórica y contemporánea nos hace ver que el hombre por su naturaleza siempre ha infringido sus compromisos o promesas con Dios.
Sin embargo Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, Ni ha visto perversidad en Israel. Jehová su Dios está con él, Y júbilo de rey en él. Dios. Estas fueron las palabras proféticas de Balaam cuando Balac le dijo que maldijera a Israel.Nm.23:19
Tit.1:2. La cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador,
Stg.1:17. Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
Si fueranos infieles él permanece fiel, él no puede negarse a sí mismo. 2Tim.2:13.
Dios no se olvida de nada, ni del menor detalle, todo está latente para él.
Cuando Dios habla del olvido, es porque ya no trae a la memoria o recuerdo las cosas pasadas, no encara o saca en cara lo que ya perdonó (Jer.31:34. Dice Jehová; porque perdonaré  la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado).
Si algún derecho tendríamos hacia él, sería la fidelidad de su gracia en nuestros compromisos cumplidos ante él. Ya que siempre seremos siervos inútiles (Jn.17:10). Entonces aunque nuestros hechos sean de obediencia, nunca debemos olvidar que las recompensas de Dios son por gracia no por mérito.
Aunque no hay promesa sin condición. Algo tenemos que hacer. Reconocer su inmensurable gracia para obrar en bien, pues por ello se nos calificará oh retribuirá lo prometido.
Ro.2:5-6 dice: Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada conforme a sus obras:
2Co.5:10. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
Col.3:23-25. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Más el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.
Aun siendo justificados por gracia. Porque quien recibe la gracia obrará bien. Veamos estos versos:
Tit.2:14. Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
Tit.3:1, 8,14. Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra - Palabra fiel es ésta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras - Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad.
Nunca debemos olvidar que es necesario entender, aun cuando cumplamos la condición, reconocer que es la gracia que marca este hecho. (1Co.15:10. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo).
2.  Las promesas de Dios son hechas para su pueblo, su Iglesia, sus hijos, sus siervos; pero aunque son para sus hijos, su siervo y su pueblo están ligadas al temor de Dios. Esto es amar a Dios, obediencia a sus dichos.
Cuando el salmista le recuerda a Dios el cumplimiento de sus promesas, es porque este hombre amaba a Dios. De allí las palabras: “Cumple las promesas que le hiciste a tu siervo, las que haces a los que te respetan”. Vs.38.
Temer a Dios es hacer su voluntad, y esto le complace a Dios. (Mt.3:17. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia).
La voluntad de Dios debe ser nuestro alimento oh comida, como lo era para nuestro Señor y maestro. (Jn.4:34. Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra).
La voluntad de Dios tiene como principio el “Temor de Dios” y el temor de Dios se rige bajo un estatuto, ese estatuto oh ley es la Palabra de Dios.
Así mismo estos hombres y mujeres temerosos de Dios son guiados por Dios mismo, a través de su Espíritu. (Ro.8:14. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios).
La ligadura perfecta con Dios está hecha en la unidad perfecta de Dios para los que le temen:
Jesús habló de esta unidad perfecta diciendo: Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
20Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (Jn.17:21-23, Jn.16:13, Ef.4:3-6).
Es la Palabra de Dios la que nos afirma esta unidad perfecta, y sin duda alguna la Palabra de Dios es confiable por su lealtad o fidelidad, de lo cual damos algunos versos.
1Tim.1:15. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos.
2Tim.2:11. Palabra fiel es ésta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.
Tit.3:8. Palabra fiel es ésta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras.
Estos hombres y mujeres que complacen a Dios haciendo su voluntad oh siendo temerosos de Dios, son aquellos que todas las cosas les ayudan para bien (Ro.8:28).
Y a la vez sus palabras están dichas bajo la dirección y ayuda del Espíritu de Dios (Ro.8:26). Y este nunca se equivoca.
Por lo cual tenemos confianza que él nos oye y nos responde a nuestras peticiones oh al clamor de las promesas que ha puesto en nuestros corazones; porque están hechas en su voluntad (1Jn.5:14,15).
Si usted es un hombre oh una mujer que complace a Dios haciendo su voluntad, puede confiadamente decirle a su Dios: “Confirma tu palabra a tu siervo que te teme, oh cumple la promesa que hiciste a tu siervo, las que haces a los que te respetan”.
Créame que el Espíritu Santo le hará recordar todos sus deberes y lo prometido por su Dios es ley. Jn.14:26 dice: Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Si Dios cumplió la promesa de enviar a su Hijo para salvarnos y gozar de la eternidad; pues tengamos por seguro que todas sus promesas se cumplirán. Amén.

Vs.39, 40. “Quita de mí el oprobio que he temido, porque buenos son tus juicios – He aquí yo he anhelado tus mandamientos, vivifícame en tu justicia”.
“Aleja de mi la vergüenza a la que temo, porque tus ordenes son sabias y justas – Yo deseo tus instrucciones, dame vida de acuerdo a tu justicia”.
Como hemos visto en el título del tema de esta porción de la palabra de Dios, sobre una proposición y compromiso humano, y al mismo tiempo esta porción comienza con la letra del alfabeto hebreo “He”= H = “ajá” del vs.33-40.
Hoy hablaremos de estos 2 vs. 39,40 donde encontramos 2 aspectos importantes:
1.    Expresión de temor y reconocimiento humano
2.    El deseo profundo de ser instruido en los mandamientos del Señor, y vivir de acuerdo a su justicia.
1.  En la expresión y reconocimiento humano:
a)  El hombre por naturaleza anda inseguro y a tientas: Vive en el será oh no será.
El oprobio oh la vergüenza está al asecho para destruirlo y tenerlo cautivo, que al final se hace un desvergonzado oh sinvergüenza.
Un estado así es impúdico (deshonesto falto de pudor) y necesita despertar del sueño letal oh abrir los ojos para reconocer su condición.
Aquí podemos decir que el despertar para reconocer su estado impúdico, solo se da cuando reconoce su necesidad y le brilla la luz de Cristo. Esa es la luz que nos confronta y transforma nuestro ser.
Cuando conocemos esa luz inigualable e inagotable, y vivimos bajo esa lumbrera como dice el Sal.119:105 “Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino” jamás deseamos volver al pasado.
De allí la expresión de este hombre “Aleja de mi la vergüenza, a la que temo”. Mejor dicho: “No me dejes caer en tentación y doblegarme al pecado”
Esta es una enseñanza que nos da nuestro Señor cuando dice en su oración de Mt.6:13. “No nos dejes caer en tentación y líbranos del maligno”
Porque exactamente es el pecado que nos avergüenza oh nos hace andar cabizbajos delante de Dios y de los hombres.
Aquí la palabra temo, es fracaso, errar el blanco = Pecado. Me da miedo, vergüenza, no quiero volver al pasado a una vida de fracaso oh pecado.
Recuerda usted la oración de Jabes en 1 Cr.4:10 cuando dice: E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, sí me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.
Tu que has experimentado la luz de Jesús ¿Temes volver al fracaso, la oscuridad oh el pecado?
He.6:4-6 dice: Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.
Es imposible hacer volver a los que deciden separarse del camino de Dios. Hablo de los que ya conocieron la verdad y recibieron el don de Dios, o sea los que participaron también del Espíritu Santo y disfrutaron del excelente mensaje de Dios y de los grandes poderes del mundo que está por venir. Cuando se separan del camino de Dios, ellos mismos están crucificando a Cristo otra vez y lo exponen a la burla de todos (Versión la palabra de Dios para todos).
Solo hay un camino para vivir sin temores, fracasos e impúdicamente. Nos preguntamos ¿Cuál es?
Aquí aplicamos la otra frase que dice el salmista en este mismo versículo. Y lo marcamos como el punto b).
b)  Porque buenos son tus juicios, oh tus órdenes son sabias y justas.
Claro está que quien es libre de la inseguridad, del será oh no será, de la desvergüenza o sinvergüencería. Jamás quera volver a ello.
Su vida restaurada a las bondades divinas bajo los juicios o mandamientos de Dios (P. de D), le ha llevado a estar seguro y a tomar decisiones concretas, honestas e integras.
Esto jamás olvidará, es tan fuerte este ligamento a Dios por su palabra, que el temor se espanta cuando la plenitud divina y la virtud del amor está en el corazón del hombre de Dios.
De esta manera el salmista expresa la necesidad y el reconocimiento humano. Y esto se transluce en que el hombre: Necesita a Dios en todo tiempo, y a su vez debe reconocerlo y vivir bajo los juicios o las ordenes sabias y justas de Dios.

2.  El deseo profundo de ser instruido en los mandamientos del Señor, y vivir de acuerdo a su justicia:
a)  No hay bien que el hombre anhele, desee oh haga por sus propios principios.
Todo lo bueno que el hombre anhele, desee o haga, está sujeto a los principios del Dios, al cual la biblia lo llama “el Dios bueno”. El salmo 136:1 dice: “Que Dios es bueno y su fiel amor es para siempre”. Esto es repetitivo en toda la sagrada escritura. Sal.25:8,100:5, Lm.3:25, Nah.1:7, Mt.19:17.
También dice el Señor, separados de mí, nada podéis hacer. Jn.15:5.
La biblia dice que en el Señor no se encontró maldad (engaño, pecado, etc.) 1P.2:22,23.
Entonces podríamos decir que separados de nuestro Señor, nada bueno podemos hacer oh que agrade a Dios nuestro Padre.
Nuestras obras son como trapos de inmundicia delante de Dios (Is.64:6).
Él es quien en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Fil.2:13.
El apóstol Pablo da una explicación de esto en Ro.7:18-25 diciendo: Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo - Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago - Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí - Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí - Porque según el hombre  interior, me deleito en la ley de Dios - pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros - ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
Entonces queda aprobado que cuando hacemos lo bueno lo hacemos gracias  a Dios, de allí que reconocemos la gracia divina. Gracia que no solamente salva (Ef.2:8), sino que también nos hace obrar bien, como dice el apóstol Pablo en 1Co.15:10. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.
b)  El anhelo oh deseo para el salmista no quedaba solo en sentimiento, emociones, sensaciones, etc. Sino que él experimentó la Palabra de Dios, como lo experimentaron y experimentan muchos siervos de Dios. Por ejemplo:
Ez.3:3. Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.
Jer.15:16. Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.
Jer.23:29. ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?
En Jer.20:7-9. Sobre el lamento o impopularidad de Jeremías dice: Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí - Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día - Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.
Para estos hombres y el salmista el anhelo de vivir la Palabra de Dios se translucía en vida procesal, como dice Esd.7:10. Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir (Examinar cuidadosamente una cosa) la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos.
La vivificación procesal a la santidad y perfección solo se da viviendo de acuerdo a la justicia de Dios (P de D) Jn.1:17. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
En Ef.4:11,12 habla de los ministerios, habla de enseñar la Palabra de Dios, allí es donde dice: Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores  y maestros - a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo - hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
CONCLUSIÓN:
Tengo por bien recordarles vuestro reconocimiento hacia Dios diciendole:
-  Aleja de mi la vergüenza a la que temo = La vida impúdica (deshonesta, falta de pudor) = Pecado.
-  Porque tus ordenes son sabias y justas = No puedo desviarme de tu palabra, solo en ella me complazco (Hacer la voluntad de Dios).
Nuestra meta debe ser esa. Hacer la voluntad de Dios: Complacer a Dios haciendo su voluntad.
Cristo nos dejó esto como la cúspide de su ejemplo.
He.10.7. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí.
Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe   su obra. Jn.4:34.
Jn.5:30 dice: No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es  justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.
Jn.6:38. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
De Jesús, Dios dio testimonio cuando dijo este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia. Mt.3:17.
-  Debemos desear, anhelar las instrucciones del Señor; pero sabiendo que no es suficiente el deseo, anhelo, etc. Hay que vivir oh hacer práctica la palabra de Dios, como dice Stg.1:22. “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”.
La vida del creyente, hijo de Dios oh siervo de Dios debe translucirse oh vivir al margen de los principios divinos (P de D) y debe ser procesal. Esd.7:10.
Preparar el corazón, es estar a cuentas con Dios.
Inquirir la palabra de Dios, es Examinarla cuidadosamente
Cumplirla es ponerla por obra u obedecerla
Enseñarla es compartirla, Amén.

Dios te bendiga

                                                                                      Jorsaaleza

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