SANTIFICA
TU LENGUA
Stg.3:1-13. Nos hace ver los malos
efectos de nuestras palabras por la lengua, pero también nos da la clave para
consagrarla y bendecir a Dios y a nuestro prójimo.
Debemos entender que lo que sucede en la
mente afecta la lengua y la lengua afecta el espíritu, el alma, el corazón, y
el cuerpo.
La batalla con nuestra lengua es tan cierta que
la expresamos en vida saliendo por nuestros propios labios.
Satanás el enemigo número uno de Dios y sus
hijos, tiene estrategias tan serias para controlar nuestra lengua. Estemos
despiertos para no dar ventajas a satanás y ser prontos para oír y tardos para
hablar. Stg.1:19.
Stg.3:1-13. Nos revela que
aunque la lengua es un pequeño miembro de nuestro cuerpo, es muy poderosa.
Mediante la lengua todo el cuerpo puede ser profanado (Dañar con palabras o acciones la dignidad, la estima y
la respetabilidad de una persona o de una cosa)
Mt.15:18-20
dice:
“Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y
esto contamina al hombre - porque del
corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las
fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias - Estas cosas
son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no
contamina al hombre”.
Tu lengua está relacionada con tu corazón,
cuerpo, alma, y espíritu. Si satanás tiene el control de tu corazón, él tiene
el control de tu lengua.
“El hombre bueno, del buen tesoro de su
corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo
malo, porque de la abundancia del corazón habla la
boca” Lc.6:45.
Satanás usa las cosas que tú dices para abrir
una brecha en tu espíritu.
“La lengua apacible es árbol de vida, pero la
perversidad de ella es quebrantamiento (destrucción) de espíritu” (Pr.15:4).
Mediante conversaciones malignas creas una
brecha mediante la cual satanás entra para batallar en contra de tu espíritu.
Satanás también usa tus labios para afectar a tu alma.
Pr.
18:7 dice:
“La boca del necio le acarrea quebranto; sus labios son trampas para su propia
vida” (El bruto cae por su propia boca, y con sus labios se destruye así mismo.
P de Dios
para todos)
Nosotros fuimos llamados cuando estábamos
viviendo una vida profana, llena de palabras ociosas y soeces, impuras. Pero
cuando Dios nos salvó; fuimos llamados para vivir una vida sacra y espiritual.
Esto incluye el cambio de nuestro vocabulario.
Es exactamente aquí en Stg.3:1-13, que
encontramos una verdad a la cual nos abocamos para consagrar o domar nuestra
lengua, como lo dice aquí en este pasaje. La grandeza del pasaje nos da un
contraste que es digno de visualizar y reconocer el deseo divino para sus
hijos.
Estos versos nos hacen ver que un hombre
puede domar los animales, las bestias, las aves, las serpientes, y aun dirigir
grandes embarcaciones, etc.Stg.3:3-4,7. Es un domador (amansa, moderador)
Pero la pregunta es ¿Quién lo doma, amansa o
modera a él? Oh ¿Quién doma su lengua para consagrar sus palabras?
La lengua es un pequeño trocito de carne en
la boca, pero es todo un mundo de maldad, ella contamina todo el cuerpo,
inflama todo el curso de nuestra vida, y sus llamas vienen del mismo infierno.
Stg.3:6.
La lengua nunca puede ser domada (Moderar cierta pasión
o conducta), o
consagrada simplemente por el hombre.
Ella solo será domada o consagrada solamente,
cuando el hombre se rinde a Dios de todo corazón. Y aun así, el hombre nunca debe
descuidarse de su lengua creyendo que la has conquistado totalmente.
La lengua es poderosa, debido al efecto que
tiene sobre otros.
La lengua tiene el poder de producir muerte o
vida. Pr.18:21 dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua...”
La lengua es poderosa debido al efecto que
tiene sobre ti. Puedes ponerte trampa con tus propias palabras. Pr.6:2 dice:
“Te has enredado con las palabras de tu boca y has quedado atrapado en los
dichos de tus labios”
La lengua es poderosa porque tus palabras
pueden separarte de Dios. El Sal.12:4 dice: «Por nuestra lengua prevaleceremos,
nuestros labios son nuestros, ¿quién es señor de nosotros?”
Las cosas que Dios creó en la naturaleza son
un gran ejemplo para consagra nuestra lengua, y nuestras palabras, solo sean de
bendición. Ella dice: Las fuentes solo producen un solo sabor: Agua dulce o
aguas amargas o saladas. Los árboles frutales solo produces frutos de su
género. Stg.3:11-12.
Solo el ser humano brota dos hechos
incoherentes por sus palabras habladas con su lengua: Maldición y bendición.
Stg.3:9-10.
Esto no es correcto. No debe ser así.
Nosotros fuimos llamados para heredar bendición, la misma que debemos compartir
con otros.
1P.3:10,11
dice:
El
que quiere amar la vida, ver días buenos, refrene su lengua
de mal, y sus labios no hablen engaño - Apártese del mal, y haga el
bien; busque la paz, y sígala.
La lengua del hombre sin Dios es comparada con:
Un fuego ardiente (Pr.16:27), un mundo de
iniquidad (Stg.3:6), una bestia que necesita ser domada (Stg.3:7-8), un mal
rebelde (Stg.3:8), veneno mortal (Stg.3:8), una navaja afilada (Sal.52:2), una
espada afilada (Sal.57:4,59:7), una serpiente venenosa (Sal.140:3), un hoyo
profundo (Pr.22:14).
Pero la lengua del hombre de Dios o el hijo de Dios es muy
diferente, ella es como:
Plata escogida
(Pr.10:20), es medicina (Pr.12:18), es árbol de vida (Pr.15:4), es ánimo y fortaleza
al cansado (Is.50:4), es como pluma de
escritor talentoso (Sal.45:1), es como el agua fría al alma sedienta
(Pr.25:25), son una bendición.
El hijo de Dios: “guarda su boca y su lengua,
y su vida guarda de angustias” (Pr.21:23).
Mí querido hermano: Recuerda que tu lengua
afecta a toda tu vida. Por eso el Pr.13:3 dice: “El que guarda su boca guarda
su vida, pero el que mucho abre sus labios acaba en desastre”
Satanás siempre buscará el control de tu lengua, y el tentará
hacerte hablar:
Palabras codiciosas
(He.13:5),
palabras ociosas (Mt.12:36), palabras vanas (Pr.15:14), palabras improductiva (2Ti.2:14), maldades en relación con cosas que no conoces
(Jud.10, 2P.2:12), palabras
aduladoras (1Ts.2:5), palabras
seductoras (Col.2:4), murmuración,
queja y palabras jactanciosas (Jud.16, 2P.2:18), palabras vanas (Sal.12:2), palabras
orgullosas (Sal.17:10), palabras
de jactancia (Sal.94:4), palabras
que toman el nombre de Dios en vano (Ex.20:7), palabras amargas y de maldición (Ro.3:14), mentiras (Sal.58:3, 31:18), palabras de calumnia (Sal.50:20, 15:3),
palabras maliciosas en contra de otros (3Jn.10),
susurros, chismes (Pr.16:28), palabras necias (Pr.26:4), palabras contenciosas (Pr.18:6), palabras de disensión (Sal.31:20),
palabras de discordia: (Pr.6:19),
palabras perversas (Pr.4:24), palabras maliciosas (Sal.38:12), etc.
Amados hermanos la razón de nuestra salvación incluye santidad, y
santidad solo es ejecutada con la verdad (Jn.17:17). A la vez, santidad
en un hijo de Dios incluye sus palabras. Y esto debemos entenderlo, como ya lo
hemos dicho, que lo que sucede en la mente afecta la lengua, y la lengua afecta
el espíritu, el alma, el corazón, y el cuerpo.
Por lo tanto hagamos lo que dice Ro.12:2. No vivamos conforme
a los criterios del tiempo presente, al contrario cambiemos nuestra manera de
pensar para que así cambie nuestra manera de vivir y lleguemos a conocer la
voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es
perfecto (V.P). Esto incluye nuestras palabras que se relacionan con nuestra
lengua.
Si
la mente se relaciona con nuestra lengua o palabras, es menester tener la mente
de Cristo (1Co.
2:16), ser lleno de los pensamientos de
nuestros Señor (su Palabra).
Nuestra lengua debe ser consagrada, porque se
relaciona con nuestras palabras, y ellas deben ser siempre con gracia, sazonadas
con sal, para que sepáis como debéis responder a cada uno. Col.
4:6.
Y como
dice Ef.4:29.
Ninguna
palabra corrompida debe salir de nuestra boca, sino la que sea buena para la
necesaria edificación, a fin de dar gracia o bendecir a los oyentes.
La clave de la santificación y la domación de
nuestra lengua que tiene que ver con nuestras palabras, están en que Dios tome
el control total de nuestra vida a través de su Espíritu Santo, y esto se
trasluce en ser lleno del Espíritu. Así nuestras lenguas hablarán entre nosotros
solo salmos, himnos y cánticos espirituales, cantaremos y alabaremos al nuestro
Señor en vuestros corazones - siempre le daremos gracias por todo al Dios y
Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Ef.5:19-20.
De la misma manera según 1P.3:15. Santificaremos
a Dios el Señor en nuestros corazones, y siempre estaremos preparados para
presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande
razón de la esperanza que hay en vosotros. Nuestra lengua y nuestras palabras
bendecirán a Dios y a toda la humanidad. Amén.
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